20 de diciembre de 2014

SOLSTICIO DE INVIERNO

Hace muchos miles de años, cuando la humanidad vivía de lo que la naturaleza le ofrecía y se refugiaba en cuevas a pasar la noche, durante su ocio se fue dando cuenta que las estaciones se sucedían y repetían año tras año acompasadas con los movimientos de los astros, que año tras año iban repitiendo su danza ritual.  El astro rey, el sol, “señor de señores y rey de reyes” fluctuaba cada año en su ascenso y descenso. En su punto álgido bendecía al hombre y a todos los seres vivos con los frutos de la naturaleza, y en su descenso a los infiernos la naturaleza se adormecía hasta morir. El carácter observador, e imitador del ser humano como buen descendiente de los simios, pronto supo avanzarse a los ritmos del cosmos y la naturaleza.

Así todo lo que sucedía allí arriba con los astros tenía su equivalencia abajo en la Tierra. En esa época de los albores de la humanidad, el ser humano se sentía uno más entre los seres animados o inanimados que poblaban la tierra o los astros suspendidos en el cielo, su temor al creador le mantenía, todavía, en su estado de natural inocencia. Pero su curiosidad le hizo comer la manzana del árbol de la ciencia, del bien y del mal.  Su continua observación de los ritmos del cosmos le permitió prever, anticiparse a lo bueno y a lo malo. Y se dio cuenta que su conocimiento lo elevaba sobre el resto de las criaturas de la tierra.

Esa observación del cosmos y los astros, las estaciones y los años, conjugada con su imaginación le llevó a narrar la danza cósmica y los ritmos naturales en una epopeya en la que participaban astros, plantas, bestias y hombres, cada uno con su ánima. Así empezó el hombre a narrar aquello que observaba y nacieron los mitos al personificar los astros y sus vaivenes en dioses a imagen y semejanza de los hombres y mujeres.  Y el sol, el astro rey, fue “señor de señores y rey de reyes”, padre que alimenta, dador de luz y vida.

El sol, el señor, acompañado de las doce constelaciones, que rigen cada uno de los 12 meses del año, al llegar a su punto más bajo, en su declive tras recorrer cada una de las constelaciones moría simbólicamente para renacer tras permanecer tres días ocultándose en el mismo punto del horizonte. El solsticio de invierno tiene lugar en ese momento. El sol renace para ir creciendo hasta su punto más álgido a finales de junio, en el solsticio de verano. Así se empezó a narrar la historia de un dios, un rey, un mesías, esperado cada año y anunciado por los siglos de los siglos. Como todo nacimiento se festejó, y se festeja, con alegría y abundancia. Así pues, tratándose de dios y del mismo hijo de dios, nacido sin pecado, se fue fraguando mito para unos, historia sagrada para otros, humanizando los personajes del gran drama cósmico que se desarrolla constantemente.

Miquel Nicolau Preto Fernández

26 de octubre de 2014

¿ Existe España ?

No és una pregunta retórica. Pues no, no existe España. El constructo de la monarquía hispánica tras la reconquista de la península ibérica (la Hispania romana) no ha conseguido configurar una nación, más bien un estado coaccionador a todo aquello (instituciones, lenguas, idiosincrasia, usos y costumbres) que no fuera castellano.

La confusión del todo por una de las partes, y la negación constante durante siglos de la realidad, ha dado lugar a que todo lo que no fuera castellano no se sintiera español. Así el nacionalismo catalán o vasco, por poner dos ejemplos, que han derivado a un claro independentismo no son más que el resultado del fracaso español de confundir la parte por el todo. No se puede obligar a catalanes, valencianos, baleares, incluso aragoneses, vascos y navarros o incluso gallegos a sentirse castellanos.

La monarquía hispánica, posterior al dominio musulmán de la península ibérica, siguió sintiéndose heredera de la monarquía visigótica (hasta el siglo XVIII con la entrada de la casa de Borbón) los reyes españoles seguían ostentando el título de "Rey de los Godos".

Así en un primer periodo (con los Haugsburgo) con su política de explotación de las Indias Occidentales y las guerras de religión y poder en la Europa germánica e itálica, se dio de lado y ocasionó la decadencia económica de los reinos de la Corona de Aragón. Y por otro lado, tras la guerra de sucesión y la entrada de los Borbones que supuso la imposición, por las armas, de las leyes de Castilla a los estados de la antigua Corona de Aragón (Aragón, Cataluña, Valencia y Baleares) con estructuras, estos últimos, mucho más avanzadas, plurales y pactistas, con cortes periódicas y diputaciones permanentes.

Tampoco debemos olvidar el efecto uniformador del estado jacobino español durante el siglo XIX y la creación, tras la sangrienta guerra civil, de la "Nueva España" durante la dictadura franquista con sus políticas de adoctrinamiento del "nacional-catolicismo" cuyas consecuencias son todavía palpables en la sociedad española, y es sin duda la causa de la corrupción generalizada de la clase política española.

Desilusionense, España no existe, existe el estado español cuya espina dorsal es la constitución histórica de Castilla, heredera de la monarquía visigótica, origen y causa de la ruina material y moral de este país de países.

Miquel Nicolau Preto Fernández

4 de julio de 2014

ESPAÑA, S.A.

Uno no opina que las empresas deban ser todas públicas, ni mucho menos, pero es de sentido común que para que un estado pueda ejercer influencia en la vida económica de su país, debe controlar al menos los sectores más estratégicos (comunicaciones, transportes, sector energético, etc) y, sobre todo, no dejar estos sectores en manos de grandes corporaciones anónimas y de capital extranjero.

El libre mercado, la libre concurrencia, el derecho a elegir libremente la profesión no son, ni deben ser, opuestos a un control público (de todos) democrático y atendiendo al interés general, al beneficio común, para que, en igualdad, podamos ejercer libremente nuestra iniciativa profesional y económica. Esto es lo que se viene (o venia) llamando el estado social, democrático y de derecho, que a todas luces se está desmontando paulatinamente a lo largo de las últimas décadas, y que la crisis (económica y financiera) actual ha evidenciado claramente.

La perversión del lenguaje a base de eufemismos y neologismos en una sociedad culturalmente precaria ha dado lugar a una nueva, y gran, clase social analfabeta del significado profundo y verdadero de los mencionados neologismos y eufemismos al servicio de la oligarquía y la partitocracia dirigente. Así nos encontramos ante la extensión de la pobreza en, cada vez, mayor porcentaje de la población, un enriquecimiento mayor de las grandes fortunas, la venta (a precio de saldo) del sector público (aeropuertos, sanidad, educación, industria, banca, telecomunicaciones, etc) con políticas que se desentiende del gasto social a costa de beneficiar fiscalmente las grandes fortunas.

España s.a. no ya para el mayor postor sino para el amigo (o el amo) del político de turno, para la oligarquía franquista (y posfranquista) que a la vista de perder el poder político (ya devaluado) se está quedando con el cortijo y seguir mandando (y ordeno) como en tiempos del dictador.

Miquel Nicolau Preto Fernández