19 de diciembre de 2009

Cumbre de Copenhague contra el cambio climático

Llegó a su fin la cumbre que debía de abordar la estrategia planetaria para hacer frente al cambio climático, ocasionado por la emisión de gases de efecto invernadero. Tras dos años de la anterior cumbre en Bali y a, otros, dos años de la caducidad del protocolo de Kioto en el 2012, parece que los lideres mundiales no han sabido llegar a un acuerdo efectivo al respecto.

Todas las críticas van dirigidas a los lideres mundiales, los jefes de estado y de gobierno de todos y cada uno de los estados miembros de Naciones Unidas. Pero, me pregunto, ¿Están las sociedades, especialmente la de los países desarrollados, a la altura de este reto global o en su egoísmo materialista y corto de miras les es indiferente, no ya, un acuerdo, sino, incluso, la ausencia de un verdadero acuerdo para hacer frente al más que previsible cambio climático?

Cualquier solución, siempre, es más sencilla de lo que a priori podemos imaginar. Sólo entendiendo el problema en todas sus vertientes podemos hallar la solución. Aunque en este caso se sabe el problema y se sabe la solución. Falla el acordar conjuntamente, entre todos los representantes de todas las naciones de la Tierra, las actuaciones que se han de llevar a cabo para cada uno de sus integrantes.

La Unión Europea que puede liderar, por su peso e interés, un acuerdo realista ha quedado ensombrecida por la estela de Barack Obana, en quién se tenían depositadas muchas esperanzas, ha tropezado con los gigantes asiáticos, China e India, de puertas a fuera y por los sectores más conservadores, que siguen cuestionando el hecho del cambio climático, de puertas a dentro en los Estados Unidos.

Los intereses de las potencias petroleras, tradicionales y emergentes, se han hecho notar de la mano del presidente Venezolano Hugo Sánchez, quién aprovechando el foro internacional ha seguido con su política de crítica a los Estados Unidos. Y el resto de países en vías de desarrollo han quedado a la espera de recibir apoyo político y, sobre todo, económico de las grandes potencias a fin de adherirse al acuerdo final.

La cumbre de Copenhague ya ha finalizado, cierto. Pero el problema sigue ahí; la acumulación en aumento de gases efecto invernadero (CO2 en mayor medida) que si no se ataja rápida y decididamente va a ocasionar mayores y más trágicos problemas de aquí a finales de siglo. Pero, claro, en este futuro a corto plazo ¿Cuantos lideres mundiales seguirán en vida? al fin y al cabo, no será un problema suyo.


P.D. Mi total apoyo a Juantxo, que si no se remedia, pasará estas Navidades en una cárcel de Dinamarca por decir las cosas claras y de forma pacífica. Juantxo está en la cárcel por exigir una solución mientras quienes deberían haberla adoptado pasaran otra Navidad en sus lujosas residencias oficiales.

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